Dracula adentra sobre las jovenes calles de París.

Hace poco me he adentrado un poco más en el mundo de los vampiros.
El mundo oscuro, eterno y sanguinario de estos seres me hace ponerme la piel de gallina, ya que me ha fascinado leer sobre ellos y conocer la historia un poco más. Por así decirlo, tuve una pequeña obsesión por ese mundo, hasta llegar a tal punto que pude soñar con ellos.
No es un sueño de otro mundo, pero si bastante aterrador y misterioso, que podía notar como el miedo recorría mi cuerpo desde la cabeza a los pies.
Comenzaba con una larga calle, desierta y oscura, la suciedad incrustada de las calzadas daban realmente nauseas. El cielo era de un color turquesa pálido y la luna era realmente hermosa, mi amor por la luna no tiene límites.
La niebla caía bastante espesa sobre la superficie, las ratas salían de las alcantarillas, asustadas.
De pronto pude ver como una muchedumbre corría y se acercaban a mi, entre empujones y sobresaltos pude seguirlos aterrado. Las mujeres vestían con largos vestidos de los bellos siglos XVIII, pleno Rococó. Sus pelucas eran amarillentas, las joyas abundaban en cada dama, y su piel era rojiza. Los caballeros traían dorados bastones, gemían y lloraban.
 Gritaban y gritaban, hasta que pude escuchar de una de los gemidos de una dama; "Dracula adentra sobre las jóvenes calles de París".
Corrí, y sollozaba del terror. Una sintonía violenta sonaba de fondo. Tropezaba con los largos vestidos de las mujeres. Las calles se inundaban de sangre, mientras que los gritos cada vez eran más y más fuertes. Mi fin llegó en plena edad moderna, mordido por el atemorizado Dracula.
Hasta que desperté y la sangre brotaba de mi frente fría e inquietante.
Sin duda, Dracula tiene algo preparado para una persona como yo.

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